➻ Keith Thomas [1933]

por Teoría de la historia

keiththomasKeith Thomas -o Sir Keith, como es llamado formalmente- es uno de los historiadores más eminentes e innovadores de la Gran Bretaña de hoy. Inició su carrera en una época en la cual los historiadores todavía estaban, en su mayoría, centrados en la historia política narrativa, pero Thomas abrió brillantemente un nuevo campo: el estudio sociocultural de las sociedades del pasado. El libro que le hizo famoso, y con el que ganó el prestigioso Premio Wolfson, fue Religion and the Decline of Magic. Studies in Popular Beliefs in Sixteenth and Seventeenth-Century England (1971), más conocido por sus discusiones sobre las razones por las que las personas acusaban a sus vecinos de brujería. Casi inmediatamente se convirtió en un best seller, estuvo expuesto en librerías especializadas en ciencias ocultas y seguramente fue consultado no sólo por estudiantes, sino también por videntes. ¡En 1994, ese libro obtuvo todavía más prestigio al incluirse, por un grupo de intelectuales ilustres, en la lista de los cien libros que más han influido el discurso público occidental tras 1945! Otro libro que consolidó su fama de innovador fue Man and the Natural World: Changing Attitudes in England, 1500-1800 (1983), en el cual Thomas trata los cambios de actitudes con los animales y con la naturaleza a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, haciendo un uso pionero de fuentes literarias como evidencia histórica. Críticos entusiastas, como por ejemplo Christopher Hill, consideraron que esa obra provocaría que la naturaleza de la propia historia y sus métodos se repensara. Traducidos a varias lenguas (todavía no al castellano), esos dos libros hicieron que Keith Thomas ocupase un lugar de liderazgo en la llamada «antropología histórica», un papel que compane con Emmanuel Le Roy Ladurie y Carlo Ginzburg, dos de los historiadores actuales que más admira y que, como él, se acercan al pasado como si éste fuese un país extranjero. Gran admirador del antropólogo británico Sir Edward Evans-Pritchard (1902-1973), a quien conoció en Oxford -y que, como él mismo, era natural del País de Gales-, Thomas se inspiró mucho en su obra sobre brujería, oráculos y magia entre los azande de África Central para desarrollar sus estudios sobre la cultura y sociedades inglesas del siglo XVII. Menos conocidos en el ámbito internacional, pero igualmente importantes, son los muchos artículos, clases magistrales y ensayos de Thomas dispersos en revistas de renombre y hasta hoy nunca compilados en libro. Dos de sus artículos escritos en los años 1950, tratan de la historia de la mujer mucho antes de que esa modalidad de la historia se volviese respetable, y todavía mucho menos un tema de moda. Otros, inspirados en los trabajos de teóricos sociales como Mikhaíl Bakhtin, Norbert Elias y Bronislaw Malinowski -por no mencionar a Sigmund Freud, a quien la obra de Thomas debe mucho más de lo que puede parecer- tratan de una gran variedad de temas, como la historia de las actitudes ante la risa, la limpieza y la santidad, la función social del pasado, los niños, las relaciones entre generaciones, la alfabetización, la disciplina y la indisciplina escolar, etc. De joven, Keith Thomas causó furor con las férreas críticas que dirigió en tono estridente a sus colegas más conservadores que se negaban a ver alguna utilidad en las ciencias sociales respecto al estudio de la historia. Hoy, mucho más moderado y apreciando la tradición, Thomas se muestra cauteloso y escéptico respeto a las posibilidades de grandes cambios en el método histórico. Con todo, uniendo tradición e innovación tanto en lo referente a los métodos empleados como respecto a los temas estudiados, Thomas permanece, en el fondo, como un historiador radical en su perspectiva o, como ya fue descrito, como «un revolucionario callado», a quien no le gusta alardear de sus innovaciones. Si Quentin Skinner puede ser descrito esencialmente como un hombre de Cambridge, Keith Thomas es la quintaesencia de un oxfordiano. Extremadamente feliz y orgulloso de vivir y trabajar hace casi cincuenta años en Oxford -una ciudad de doscientos mil habitantes-, Thomas, que nació en una aldea del País de Gales, lo ve como una vertadera metrópolis. Londres no es de su agrado, y cuando lo invitaron, hace algunos años, a dar clases a la Universidad de São Paulo, su primera pregunta fue, «¿Qué dimensiones tiene São Paulo?». ¡Obviamente, no aceptó la invitación! Después de estudiar, en los años 1950, en el Balliol College (el college de Oxford de mayor prestigio en la época), inició su carrera -sin tener necesidad de hacer el doctorado- como miembro del All Souls, un riquísimo college sin alumnos, dedicado íntegramente a la investigación. De allí pasó al St. John’s College, donde durante treinta años atendió doce tutorías cada semana (con uno o dos estudiantes cada vez, que leían sus ensayos en voz alta, a los que seguía una discusión) y dos clases semanales sobre historia inglesa e historia del pensamiento político. Finalmente, hace algunos años, Thomas se mudó a otra zona de la ciudad, cuando fue eligido presidente del Corpus Christi College, una institución fundada en 1517, donde el humanista valenciano Joan Lluís Vives (1492-1540) enseñó. Presidir una facultad de la Universidad de Oxford equivale a ser rector de una pequeña universidad, con más o menos trescientos alumnos y treinta profesores; el cargo, que tiene una gran dosis de encanto, está siempre muy concurrido, además de su alto estatus implica numerosas tareas adminjstrativas, financieras y burocráticas que Thomas desempeña con el espíritu de dedicación y orgullo de todo un oxfordiano. En la última década, Keith Thomas recibió dos de los mayores homenajes que todo intelectual puede desear en la sociedad británica: fue honrado con el título de «Sir», otorgado por la reina Isabel por los «servicios prestados a la historia», y fue nombrado presidente de la centenaria British Academy (donde sus discursos anuales son recordados por su brillantez y humor). 

[Maria-Lúcia GARCÍA PALLARES-BURKE. La nueva Historia. Nueve entrevistas. Valencia: Universidad de Valencia, 2005, pp. 99-101]