✍ La Pampa gringa. La colonización agrícola en Santa Fe, 1870-1895 [1983]

por Teoría de la historia

En este libro se estudia un fragmento significativo de la constitución de la «pampa gringa»: la colonización agrícola en Santa Fe entre 1870 y 1895. Se parte de un panorama inicial de la provincia: una tierra potencialmente apta pero despoblada, con fronteras amenazadas por los indígenas y una organización institucional endeble, en la que desde 1852 se observaba, junto con el afianzamiento institucional, un primer crecimiento agropecuario. Sobre ese fondo, el historiador argentino Ezequiel Gallo explica la gran transformación que siguió, fundada en el estímulo de la colonización, que en veinticinco años cambió la fisonomía de la provincia. En términos económicos, se trató de la adecuada combinación de tierras, mano de obra, financiamiento público y privado y una política estatal favorable. Todo ello abonó el significativo crecimiento de la producción agrícola y, junto con ella, el de la industria local, el comercio, los servicios y otras actividades que animaron los centros urbanos pequeños y también el de una gran ciudad: Rosario. Con el crecimiento cambió el perfil de la sociedad: sus rasgos demográficos y su dinámica, caracterizada por la fácil incorporación de los migrantes, la movilidad y la diversificación. En el centro de la escena está el colono agricultor, cuyas condiciones de existencia son reconstruidas por Gallo de una manera mesurada, alejándose de las versiones excesivamente pesimistas, hasta entonces en boga. Cuando esta obra -uno de los clásicos de nuestra historiografía contemporánea- fue publicada en 1983, ya tenía detrás de sí veinte años de investigación. Sus primeros planteos, presentes en los trabajos iniciales de Gallo, se relacionan con el conjunto de investigaciones que a principios de la década de 1960 se hicieron en la Universidad de Buenos Aires, orientadas por Gino Germani y José Luis Romero, referidas a la inmigración y la formación de la llamada «Argentina moderna». Luego, Gallo aprovechó otras influencias historiográficas y desarrolló una forma singular de tratar estos temas, conservando lo esencial de aquella problemática, que supo plantear de manera más rica y compleja. Sus puntos de vista contribuyeron a cambiar de manera sustantiva la imagen de este proceso, difundida sobre todo a través del libro de James Scobie Revolución en las pampas, cuyos efectos sociales eran considerados esencialmente negativos. Para Gallo, en circunstancias tan terribles como las supuestas por aquella versión, sería difícil explicar el flujo permanente de nuevos inmigrantes, y sobre todo, el espectacular crecimiento de la producción. Así, replantea una serie de cuestiones tópicas de nuestra historia agraria pampeana. Los propietarios de tierras no fueron un conjunto de ociosos rentistas o de señores feudales, preocupados por evitar la fuga de sus arrendatarios serviles. Aparecen en cambio como empresarios que asumen riesgos en un mercado imprevisible, que dudan acerca de la conveniencia de comprar tierra u orientar su dinero a otra actividad más segura, pero que, en conjunto, contribuyeron positivamente a la modernización agrícola. También los colonos aparecen aquí como pequeños empresarios que especulan con el riesgo y apuestan sus ahorros en el arrendamiento, contando con que algunas buenas cosechas consoliden su posición. Esto era problemático -los riesgos incluían desde la caída de los precios hasta las plagas o los malones – pero los muchos fracasos no impidieron que otros tantos y más renovaran la apuesta. La cuestión de sus condiciones de vida -otro tópico de la literatura pesimista- es abordado en términos comparativos: los colonos vivieron con dificultades, pero progresivamente sus condiciones mejoraron, y con seguridad fueron mejores que las de sus lugares de origen. La reconstrucción de Gallo abrió el camino a una reconsideración global de la expansión agraria, recorrido desde entonces por numerosas investigaciones detalladas, que confirmaron y desarrollaron aquellos supuestos iniciales. A la vez, Gallo abrió otro territorio que habría de resultar fértil para los historiadores: el de la participación política de los inmigrantes y más en general, el del funcionamiento de todo el sistema político a fines de siglo. Contra la versión establecida, muestra que esa participación fue intensa, que los inmigrantes ocuparon lugares no menores en el gobierno de la zona de colonias y que intervinieron con fuerza, como respuesta a la decisión de 1890 del gobierno provincial de recortar la autonomía municipal. Los «colonos en armas» participaron, con sus consignas, sus banderas y sus legendarias armas, en los movimientos desencadenados en Santa Fe en 1893 por el radicalismo. Su presencia fue juzgada tan importante y preocupante, que generó en los grupos políticos tradicionales un conjunto de reacciones novedosas, de tipo nacionalista y discriminatorio, precursoras de un cambio más general respecto de la cuestión nacional. En esta edición se agrega un interesante artículo escrito posteriormente, sobre el problema de la frontera; en cambio es de lamentar la falta de un estudio preliminar, que diera cuenta de los estudios sobre estos temas realizados a lo largo de veinte años y pusiera así de relieve la influencia de este libro seminal. Pero lo importante es que un clásico de los estudios históricos, escrito con prosa mesurada, precisa y elegante, está otra vez disponible para lectores, profesionales o legos.

[Luis Alberto ROMERO. «La colonización agrícola», in La Nación, 19 de septiembre de 2004]