Teoría de la historia

Universidad Nacional de General Sarmiento. Instituto de Ciencias. Área de Historia. Director del área de investigación "Poéticas de la historiografía". BUENOS AIRES ❖ ARGENTINA

Mes: marzo, 2013

➻ Luis Lumbreras [1936]

38691Nacido en Ayacucho en 1936, Luis Lumbreras obtuvo su Doctorado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1963 retornó a su tierra natal como catedrático de la Universidad San Cristóbal de Huamanga donde fundó la primera Facultad de Ciencias Sociales en el país. Luis Guillermo Lumbreras es reconocido como uno de los arqueólogos más brillantes de América latina porque impregnó una nueva perspectiva a la arqueología con valiosos aportes, no sólo en el aspecto descriptivo y analítico sino también en el plano teórico de la definición de la arqueología peruana. Lumbreras es el impulsor de una arqueología social con proyección hacia el futuro, donde ésta participa del desarrollo y la integración de la sociedad. «Es un tipo de arqueología que se preocupa por el desarrollo y contribuye a las propuestas de cambio de los países del tercer mundo. Es más participativa, no es sólo la recopilación de datos del pasado», explicó. Lumbreras señala que la Arqueología Social ha sido reconocida a nivel internacional. «Incluso los europeos y norteamericanos la llaman arqueología social latinoamericana», aseguró. Lumbreras Salcedo considera que la arqueología, desde sus orígenes en el siglo pasado, se fue organizando como una disciplina científica. También reconoce que en su profesión existen dos tendencias: social y culturalista. «Ambas formas de hacer arqueología pueden coincidir en la excavación, la prospección y aun en la clasificación de los restos recuperados, pero la manera como se procede a la interpretación de los restos, la forma de explicar sobre la historia es muy diferente, tan distinta como es la filosofía positivista de la materialista dialéctica», explicó Lumbreras. En la Universidad de San Marcos, con la colaboración de Pablo Macera y Aníbal Quijano, impulsó la creación de la Facultad de Ciencias Sociales. «Propusimos reunir los institutos de Historia y de Sociología, que pertenecían a la Facultad de Letras y Humanidades, para convertirla en la de Ciencias Sociales», detalló Lumbreras. Estuvo ligado a San Marcos hasta 1988, año en que dejó la docencia para dedicarle más tiempo a los trabajos de campo. En reconocimiento a su importante labor como investigador y docente, en 1986 San Marcos le otorgó el título de Profesor Emérito. Con este título en brazos se ausenta del Perú los 10 últimos años, permaneciendo entre España, Alemania y Brasil, en este último país participó en un proyecto de creación de una universidad en Río de Janeiro. Recientemente regresó a su patria con el objetivo de retomar sus proyectos de investigación en el valle de Chincha y principalmente retornar a San Marcos para dictar cátedra en la Unidad de Postgrado de la Facultad de Ciencias Sociales. «Una de las razones por las que he vuelto al país es por San Marcos; creo que es una obligación de los profesores eméritos mantenerse ligados a su universidad», aseguró Lumbreras con la certeza de que todavía tiene mucho que aportar a su alma mater. Lumbreras ha asumido diversos cargos, entre ellos la dirección del Museo Nacional de Arqueología y Antropología en 1973, la presidencia del Museo de Lima (1986). Más adelante fue nombrado consultor de arqueología en la UNESCO para diversos proyectos, en 1994 fue asignado como consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ha sido Profesor Visitante en la Universidad de Bonn, en Alemania, y en la Universidad Superior Politécnica de Guayaquil, en Ecuador. Este arqueólogo, que supo otorgarle el sitial que se merecen el Perú y San Marcos, ha recibido muchos premios, entre ellos el Premio Nacional de Cultura (1970) y el Premio Humboldt de Investigación Científica del mismo año. La experiencia profesional de Guillermo Lumbreras no solamente se limita a la cátedra universitaria, pues también ha trabajado en diferentes zonas del Perú realizando importantes investigaciones principalmente en el área de Chavín, Huari y en el altiplano peruano-boliviano. Actualmente investiga sobre la revolución urbana y la revolución agrícola, y el papel de la ecología en el desarrollo andino, tan de moda en los últimos años. Su obra De los pueblos, culturas y artes del antiguo Perú es un verdadero clásico sobre la arqueología peruana. Otro texto importante de este arqueólogo sanmarquino es Arqueología de la América Andina, escrito en 1981, el cual es una aproximación a una síntesis del desarrollo cultural prehispánico en Latinoamérica.

«Nos faltó comprender que no teníamos que hacer el mismo recorrido que los europeos para llegar a ser como ellos», afirma Luis Guillermo Lumbreras, uno de los antropólogos y arqueólogos más destacados de América latina. El investigador peruano obtuvo su doctorado en la limeña Universidad de San Marcos , la más antigua de América, en 1960. Autor de libros ya clásicos en la especialidad, como Arqueología peruana, arqueología de la América andina y Origen de las civilizaciones del Perú, Lumbreras reconoce que su vocación por andar desenterrando huesos, tiestos y cacharros de la etapa prehispánica nació en buena medida de la necesidad de entender por qué si el Perú, cuando llegaron los españoles, era un país floreciente, cinco siglos después es uno de los países más atrasados de América latina. No sin desconcierto, se pregunta también por qué, si en la actualidad se dispone de más tecnología y el mundo ha avanzado en el manejo de las condiciones materiales que hacen a la calidad de vida de las personas, nuestros pueblos más bien siempre parecen declinar. «Somos el continente de la pobreza, de la postergación, y todo ésto se fue forjando en quinientos años, que fueron también el marco temporal en el que se fraguó el mundo capitalista. América latina nació cuando nacían los tiempos modernos y creció mientras en Europa y los Estados Unidos crecía y se desarrollaba la revolu­ción industrial. Sin embargo, los resultados fueron muy dispares», dice. Lumbreras ha sido director del Museo Nacional de Arqueología y Antropología del Perú , representante de Perú en el Comité del Patrimonio Mundial para América Latina y el Caribe y, más recientemente, director del Instituto Nacional de la Cultura, durante la presidencia de Alejandro Toledo. De paso por Buenos Aires para dictar una clase en un seminario internacional de la Cátedra Unesco de Turismo Cultural –que llevan adelante la Universidad Nacional de Tres de Febrero y la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes–, Lumbreras destacó la buena predisposición argentina para restituir al Perú cerca de veinte mil piezas incautadas en un operativo de la Policía Aeronáutica Nacional (PAN), que actualmente están bajo proceso judicial. «Tristemente, al haberlas extraído de sus contextos originales, estas piezas perdieron todo valor documental», se lamenta.

–¿Qué opina de las colecciones de objetos arqueológicos en manos privadas?

–Que deben quedar donde están. La ley peruana, que es de 2004, apunta a frenar la destrucción de nuevos sitios, a evitar que se siga saqueando. Pero lo que ya se destruyó no tiene regreso. Los objetos arqueológicos que estén en manos privadas o del Estado y que no tengan certificada una procedencia adecuada los podemos registrar, pero no estamos exigiendo una devolución. Incluso, registrado el objeto por el coleccionista, puede venderlo dentro del país. Estamos tratando de trabajar con ellos para que tomen conciencia de que lo que deben hacer es apoyar este criterio de frenar nuevos saqueos. Si tienen colecciones con objetos bien registrados, que los guarden, pero que nos ayuden a impedir nuevos vaciamientos. Lo ilegal debe ser efectivamente ilegal y no una ficción donde se supone que algo es ilegal, pero todos lo hacen. El objeto es válido en tanto nos habla de una época, de una manera de pensar, de ser, y todo esto se pierde con las colecciones no controladas. Hay mucha gente que está dispuesta a intervenir desde la actividad privada poniendo su colección a disposición del público, de la educación. Nosotros creemos que ésa es la función.

–¿Cómo romper el círculo vicioso de pobreza y destrucción del patrimonio arqueológico en América latina?

–Es un tema preocupante en nuestra región andina, porque el arte, especialmente el prehispánico, pero también el colonial, es cada vez más requerido en el mercado internacional de antigüedades y objetos exóticos. Hay una revalorización a raíz del nacimiento del arte abstracto, y luego del arte simbólico, que está empezando a tener una fuerte presencia en los sectores cultos europeos y norteamericanos. El crecimiento del mercado con relación a la Argentina es espectacular. Objetos de Patagonia y del NOA, particularmente de la cultura de la Aguada, hoy se ven en casi todos los museos norteamericanos, algo impensable hace apenas veinte años. Han descubierto un filón en el que antes nadie estaba muy interesado. Lo que no saben es que hay muchísima gente falsificando piezas exactamente iguales.

–Cómo especialista en el tema, ¿qué opina de la presión turística sobre sitios que son patrimonio de la humanidad, como Machu Picchu, donde hay un alerta acerca de su fragilidad?

–El turismo existe y está un poco al margen de nuestras posibilidades detenerlo. Tampoco creo que sea justo frenarlo, porque la gente quiere conocer. Entonces, el problema es cómo regular el manejo y uso de estos bienes patrimoniales para que no se destruyan y preservarlos para las futuras generaciones. En el caso de Machu Picchu, un flujo de cinco mil personas por día es un número bastante ponderado y en este momento estamos alrededor de esa cifra. El problema es que todavía nos falta regular en qué condiciones se va a acceder al lugar. Se está trabajando en esa regulación para compaginar intereses, porque para los peruanos el turismo es un elemento económicamente importante.

–Generalmente se cree que los malos de la película son los operadores, pero a veces son las mismas comunidades locales las que permiten cualquier cosa con tal de no perder ingresos…

–Mi experiencia es que, en el Perú, todos quieren tener su Machu Picchu. El turista es un cliente a conquistar, pero sin olvidar que trabajamos sobre zonas frágiles, que deben ser protegidas.

–¿Dónde está el germen del atraso y la postergación de nuestros países, cinco siglos después de la colonización española?

–Yo entiendo que fue la condición colonial la que impidió que avanzáramos con un proyec­to propio. Y no porque los europeos fueran buenos o malos, de espíritu colonizador o conquistadores fabulantes, sino porque el proyecto ecuménico de Occidente fracasó en todas aquellas partes del mundo en donde las condiciones materia­les de existencia no se correspondían con las que fueron abordadas por la exitosa historia de Europa. Nos faltó comprender que no teníamos que hacer su mismo recorrido para llegar a ser algún día como ellos.

–¿Por qué la revolución industrial no nos afectó de la misma manera a los latinoamericanos y a los norteamericanos, que han logrado una inserción plena y un liderazgo en la historia de Occidente, mientras que nosotros nos seguimos debatiendo en la marginalidad del llamado subdesarrollo?

–Las explicaciones suelen ser justificativas y se conforman con encontrar presuntos culpables: los españoles flojos, comodones y matachines o los indígenas atrasados. Ante los ojos de los europeos, este era un mundo primiti­vo, relegado en sus costumbres e insatisfactorio en sus nece­sidades; un mundo que requería modernización para ser habi­table por ellos. Su tarea consistió, desde el principio, en adecuarlo a las demandas de sus hábitos construyendo ciuda­des, organizando la población y la producción de acuerdo con sus modelos y costumbres.

–¿No fuimos creativos para encontrar nuestras propias soluciones?

–Tanto no lo fuimos que nuestros campos se llenaron de nuevas plantas y animales. Se fundaron ciudades y se montó una infraestructura productiva destinada a lograr una fiel copia de los países modelo de Occi­dente; la misma alimentación, los mismos vestidos, los mis­mos sistemas. Nuestro éxito y desarrollo potencial se comenzó a medir según un índice de modernidad que no es otra cosa que la proximidad relativa a las formas de producción y de vida del mundo occidental. Eso derivó muy pronto en segregación y marginalidad de costumbres y gentes aboríge­nes, convirtiendo en estigma la conducta indígena. Todo esto tuvo siempre un costo muy alto para nosotros, porque nuestras tierras tropicales y cordilleranas no eran necesariamente aptas para los productos y los procedimientos propios de las praderas y los bosques fríos. Desde muy tem­prano fue menester acudir a la importación de bienes de capi­tal y de consumo para satisfacer el paradigma colonial. La in­dustria de punta llega a nuestras tierras mientras tenga­mos con qué pagar. Después nos convertimos en deudores moro­sos y la tecnología se va haciendo cada vez más lejana y cos­tosa. Nuestra condición de occidentales pobres va empeo­rando, alejándonos más y más de los países modelo. Por supuesto que creo que no tiene sentido pensar en volver a un nuevo imperio incaico. No se trata de volver al pasado, sino de construir el futuro, pero a partir de un punto de partida sólido de relación entre nosotros y nuestras condiciones materiales concretas.

[Carmen María RAMOS. » ‘Copiar a los europeos nos condenó al subdesarrollo’ «, in La Nación (Buenos Aires), 4 de septiembre de 2007]

➻ Paul-Albert Février [1931-1991]

arton1320Le décès de Paul-Albert Février, survenu en quelques semaines à la suite de ce qu’il est convenu d’appeler une cruelle maladie, fait perdre au Maghreb, et particulièrement à l’Algérie, un vrai ami. Un vrai ami qui, après avoir pris, en 1959-1961, des positions qui le coupaient de la communauté française locale, n’hésitait pas à critiquer, voire condamner sévèrement, une politique qui conduisit l’Algérie à la situation que l’on connaît aujourd’hui. Paul-Albert Février était chartiste de formation mais ses premières recherches furent archéologiques; avant même de suivre les cours de l’Ecole des Chartes ou de devenir membre de l’Ecole de Rome, il participait aux recherches de F. Benoît et H. Rolland en Provence et déjà dans sa ville natale et cité de prédilection, Fréjus où il devait conduire ses dernières fouilles. Parallèlement à cette continuité provençale, jamais démentie, se développe une activité considérable en Algérie. Son premier séjour au Maghreb eut lieu en Tunisie, alors qu’il était pensionnaire de l’Ecole française de Rome; mais après la proclamation de l’indépendance de l’Algérie, il fut nommé par les nouvelles autorités Inspecteur général des Antiquités. En fait, il succédait à la longue et prestigieuse lignée des Directeurs des Antiquités, archéologues et historiens qui eurent pour nom, Gsell, Carcopino, Albertini, Leschi, Lassus et qui tous eurent à souffrir de cette étrange dyarchie qui permettait à l’Architecte en chef des Monuments historiques d’exercer un contrôle étroit sur les recherches. Paul-Albert Février ne connût pas de tels inconvénients mais il eut à franchir bien d’autres obstacles. Très critique à l’égard de ses devanciers à qui il reprochait d’avoir été plus historiens qu’archéologues et d’avoir été obnubilés par l’oeuvre de Rome en Afrique, Paul-Albert Février voulut promouvoir un autre type de recherche, fondé sur l’établissement de stratigraphies plus rigoureuses, qui lui permirent, par exemple, de contribuer à la révision chronologique et au rajeunissement considérable de la plupart des mosaïques africaines. Sa période de prédilection était ce qu’on appelait dédaigneusement le Bas Empire ou pire, la Basse Epoque, et qu’à la suite de son maître, H.-I. Marrou, il nommait l’Antiquité tardive. Devenu Professeur à la Faculté des Lettres d’Alger, il put orienter ses étudiants vers ces « Siècles obscurs » mais hormis les beaux travaux sur Sétif et les Djédars, les résultats ne furent pas toujours à la hauteur des espérances. Ses très nombreux articles et ouvrages sur la forme de l’écrit, sur les aspects culturels, sur l’urbanisme, sur le pouvoir, ses travaux et directions de recherche à Sétif ou à Tébessa, enfin les nombreuses thèses qu’à Aix il fit soutenir à des étudiants maghrébins révélèrent nettement son option en faveur de cette époque charnière, entre l’Antiquité chrétienne et le Moyen Age musulman. L’article intitulé «Approches récentes de l’Afrique byzantine» qu’il donna à la ROMM (1983, n° 35) est bien révélateur de ses préoccupations dominantes et de l’évolution inévitable de sa manière d’aborder les questions : il avouait, ces dernières années, qu’il se sentait, à son tour, plus historien qu’archéologue. Il serait étrangement réducteur de limiter à ces recherches et à son enseignement universitaire l’oeuvre de Février, c’est ainsi que ces dernières années il occupa des fonctions importantes à la direction du patrimoine. Homme de gauche et homme de dialogue, même si sa pensée discursive n’était pas toujours facile à suivre, Février se trouva très à l’aise dans l’Université issue de mai 1968, année de son retour en France. Depuis la mise en place des nouvelles structures en 1969, année qui coïncidait avec mon départ d’Alger et ma nomination à Aix, nous passâmes, Paul-Albert et moi, d’innombrables heures autour des longues tables ovales des Conseils de l’Université de Provence, aussi bien à Marseille qu’à Aix. Je sais que de nombreux collègues s’étonnaient de ce que nous ne fussions pas plus souvent en désaccord, mais nous avions en commun, outre la même foi chrétienne, le même profond attachement, plus idéologique chez lui, plus viscéral chez moi, pour cette Afrique méditerranéenne, ce Maghreb, à la fois si proche et si distant.

[Gabriel CAMPS. «Paul-Albert Février 1931-1991», in Revue du monde musulman et de la Méditerranée, n° 59-60, 1991, pp. 266-267]

➻ Marcelo Leiras [1967]

Marcelo_LeirasMarcelo Leiras es profesor adjunto en el departamento de Ciencias Sociales, director de las licenciaturas en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales e investigador adjunto del Conicet. Es coordinador del módulo Jean Monnet de estudios europeos para los alumnos de grado de la universidad y de la Red de Estudios en Federalismo y Política Provincial. Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (1993) y Ph.D. en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Notre Dame (2006), en 2009 se desempeñó como investigador post-doctoral en el Programa sobre Democracia de la Universidad de Yale. Ha analizado la evolución de la organización interna de los partidos políticos, los determinantes de la nacionalización de los sistemas de partidos y la eficacia política de las organizaciones de la sociedad civil. El libro Todos los caballos del rey: la integración de los partidos y el gobierno democrático de la Argentina, 1995-2003, el artículo “Los procesos de descentralización y la nacionalización de los sistemas de partidos en América Latina” y el capítulo “Las relaciones entre el Estado y la Sociedad Civil en la Argentina: un marco de análisis” recogen algunos de los resultados de estos proyectos. Se ha desempeñado como asesor para organismos nacionales e internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Unicef, la OIT, la Fundación Ford y la Embajada Británica en Buenos Aires.

[Fuente: UdeSA]

➻ Roy Hora [1965]

Roy_HoraEl historiador argentino Roy Hora es doctor en Historia Moderna por la Universidad de Oxford (1998). Es autor de Los estancieros contra el Estado. La Liga Agraria y la formación del ruralismo político en la Argentina (Siglo Veintiuno, 2009), y Los terratenientes de la pampa argentina. Una historia social y política, 1860-1945. Sus artículos han sido publicados en las principales revistas de historia latinoamericana. Ha sido profesor en las universidades de Buenos Aires, Di Tella y Oxford. Es investigador independiente del CONICET y actualmente enseña en la Universidad Nacional de Quilmes y en la Universidad de San Andrés. En 2004 obtuvo el Premio Bernardo Houssay en Ciencias Sociales y Humanidades en la categoría “Investigador Joven”. Su principal campo de investigación es el estudio de las elites económicas y sociales argentinas de los siglos XIX y XX. 

[Fuente: Siglo XXI Editores/UdeSA]

➻ María Elena Barral [1964]

_2111chdelory-2012_0La historiadora argentina María Elena Barral nació en 1964 en Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires. Es Profesora y Licenciada en Historia (Universidad Nacional de Luján) y Doctora en Historia por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Su tesis, dirigida por Jorge Gelman, llevó por título «Sociedad, Iglesia y Religión en el Mundo Rural Bonaerense, 1770-1810». Es investigadora de CONICET y Profesora adjunta regular en la Universidad Nacional de Luján. Investiga el papel de las parroquias y los párrocos en las formas de gobierno local –variaciones regionales y transformaciones- en la diócesis de Buenos Aires, sus relaciones con el desarrollo de la conflictividad social y política entre 1730 y 1830, además de problemas ligados a las formas de religiosidad. Ha publicado el libro De sotanas por la pampa. Religión y sociedad en el Buenos Aires rural tardocolonial (Prometeo Libros, 2007) y junto a Valentina Ayrolo y Roberto Di Stefano ha compilado el libro Catolicismo y Secularización en la primera mitad del siglo XIX. Buenos Aires, Córdoba y Salta de próxima aparición por editorial Biblos.

[Fuente: Historia y Religión. Recursos para investigadores]